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domingo, 15 de diciembre de 2024

35 - Entrevista a Carlos Castaneda en "La Jornada" por Kala Ruiz 1997

¿En dónde estaríamos si todo se hubiera podido probar?


Entrevista a Carlos Castaneda por Kala Ruiz


"La Jornada" Enero de 1997


“El 26 de enero de 1997 ocurrió lo inesperado: Castaneda apareció ante miles de personas, reunidas en un seminario, para confirmar que el camino del guerrero existe, que es una experiencia posible y puede ser practicada por cualquier persona mediante la tensegridad, palabra que resume las enseñanzas de su maestro. Grande era la expectativa y, de pronto, un gran silencio. Ahí estaba el pintoresco personaje, el nagual brujo. Chaparrito y delgado, con ojos de águila, riendo festivo, jugando a inventar instantes, rompiendo la formalidad con inteligentes chistes.


--¿Cómo definiría a don Juan Matus, su maestro y amigo? --Era una chaman, aunque él me decía: no soy chaman, pendejo, soy un brujo... era re mal hablado. --¿Qué es la brujería? --Es el arte de interrumpir el flujo del sistema de interpretación... es otra manera de interpretar. En el México antiguo hubo un género entero que se dedicaba a engrandecer los límites de percepción. Pasan cosas increíbles para la mente normal. Eran seres rituales para poder esconder cosas de tremendo valor.


--¿Cómo se manifiesta esa brujería o magia? --Podemos percibir la energía como fluye, el poder ver la energía tan sólo un momento, da reintegración, se reagrupa algo inaudito, no tenemos práctica. Se reagrupa en otra percepción y estamos frente a otro universo. Hay brujos capaces de hacer cosas inaudibles. Pero estamos siempre con ideas que no nos han permitido desarrollar el potencial humano, como la ciencia. A mí me han dicho: ``esto no es científico, Carlos, esto es pura superstición''--. ¿Pero dónde estaríamos si todo se hubiera podido probar? --¿Cuáles fueron los factores, en su infancia, que le llevaron a ser el personaje que hoy es?


--Cuando yo fui concebido no hubo excitación sexual, por eso salí estrafalario. Don Juan me decía: ``Yo veo que tu mamá ni supo lo que le pasó; no sintió nada. A tu papá no le gustaba el acto sexual y te concibieron detrás de la puerta, por eso saliste chaparro y nervioso. Obsérvate: siempre estás como si te estuvieran correteando. Vas en busca por el mundo con esa ansiedad porque tu concepción fue civilizada; eso le pasa a casi todo el mundo. Es por eso que se te dificulta saltar al intento de los brujos. Si quieres estar a la par de la gente que fue concebida sabrosamente y son capaces de todo, de una tremenda energía que no se puede desperdiciar, disipar... va a estar difícil, porque eres el producto de una cogida aburrida. Vas a tener que hacer una tremenda labor para poner en su lugar todos los pedazos energéticos para poder saltar a las otras dimensiones.


--¿Por qué fueron tan pocos los alumnos de don Juan? --Don Juan no quería alumnos que estuvieran en candilejas porque se agotarían demasiado rápido. Pero por eso yo, las tres brujas: Florinda, Taisha y Carol, y Chakmoles, estamos tratando de enseñar y transmitir todas sus enseñanzas.


--Sabemos que Carol Tiggs desapareció durante algunos años de esta realidad, ¿nos puede comentar algo al respecto? --Carol Tiggs... un ser bastante extraordinario. Se fue... desapareció como persona del mundo cotidiano. Puede sonar como una estupidez, pero si seguimos el raciocinio de don Juan, es de lo más natural. El mar de la conciencia para los brujos y, a través de ella, usándola como medio... pueden pasar cosas irracionales. Desaparecerse es natural en nuestro mundo cognitivo. Carol Tiggs estuvo ausente por 10 años. Pero un día estaba yo en una librería, curioseando, cuando de pronto... veo un manchón ambarino, el color de la disciplina del brujo. ``El color ambarino no es natural... me acerqué al manchón, y se empezó a distinguir como un túnel del cual una silueta avanzaba hacia donde yo estaba... ¡era Carol Tiggs! No supo dónde había estado 10 años. Fue tanta nuestra añoranza por ella, de los tres que nos quedamos, que no podíamos hablar de ella, ni pensar en ella; era muy peligroso. Pero ahora ella está aquí y parece como de 25 años. Anduvo navegando en otra realidad''.


--¿Somos herederos del conocimiento del antiguo México? --En verdad no, no nos interesa; tenemos otras prioridades. No, no es su México ni mío, pero sí podemos tener acceso a él. --¿Cuál es la barrera, qué es lo que nos detiene? --Muchas cosas. Pero somos los poseedores de un sistema extraordinario. ¿Pero que hacemos? Nos emborrachamos, nos metemos por el pico todo: comida, pastillas... ¿Eso es amor personal? Son los más egomaniáticos, están regidos por idealidades que no tienen sentido. ¿Cómo contribuimos al conocimiento, qué queremos de la vida? ¡Pucha, qué cosa bruta! Soy old age, decía


Sigue Carlos Castaneda contando, envuelto en su propio humo, sin cigarro. Mirando sin ser él, sabiendo que es otro. Nosotros. --¿Qué más desearía hacer en esta vida? --Yo tengo que encontrar todo lo que pueda mientras tenga esta conciencia. Don Juan decía: ``Yo no estoy de acuerdo con los acuerdos en los que yo no participé. Por ejemplo: la vejez; yo no acepté ser viejo. Por eso estoy joven; es mi deber rehusarlo''. --¿Qué piensa del ego, del yo? --Don Juan decía que no hay que hacer alarde de la egomanía, del yo, yo, yo. No se puede estar en las candilejas todo el tiempo. El me decía que yo era un egomaniático: ``entre más chaparro, más maniático''. Yo era para él el señor pesadilla. --Pero qué saca usted, don Juan, de su relación conmigo; él decía: ``muchísimo, siempre que te veo me dan náuseas; me quiero vomitar; ¿y alguna vez lo has notado?, ¿lo ves?... me renuevas''. Le di años de felicidad, porque se moría de risa de mí.


El no dejaba pasar ni una sola oportunidad para enseñarme algo; además, siempre se veía tan joven y yo tan viejo, porque bien que le daba al vino y al cigarro, andaba medio mareadito para darme valor. Entonces don Juan me dijo: ``Nos vamos a ir al monte por 10 días, ¿cuántos paquetes de cigarros necesitas?''. ``Como 10'', contesté. ``Muy bien'', dijo; ``entonces empácalos muy bien con cinta adhesiva y compáctalos perfectamente para que los coyotes no los huelan''. De inmediato me puse a preparar el paquete dándole varias vueltas con la cinta adhesiva; hasta inventé un mecanismo donde dejé un agujero por donde cupiera mi mano, sacara una cajetilla, y al sacarla volviera a quedar el paquete otra vez sellado, ¡una maravilla de la inventiva! Nos fuimos al monte. Al segundo día por la mañana mi paquete de cigarros había desaparecido; sólo se veían las huellas de los coyotes y del paquete arrastrado. --¡Ah!, no te preocupes --dijo don Juan--; no creo que lo hayan arrastrado muy lejos. Vamos a buscar tu paquete de cigarros. ``Durante ocho días anduvimos buscando el dichoso paquete de cigarrillos; loma arriba, loma abajo; cuesta arriba, cuesta abajo. Mi precaria condición física me estaba matando, ahí andaba yo con la lengua de fuera, hasta que me tiré al piso y le dije: ``me rindo, ya no puedo más''. ``¿Ya no quieres buscar tus cigarrillos?'', preguntó. ``No'' --contesté-- lo que quiero es sobrevivir (con la garganta seca tosiendo la nicotina). ``Muy bien'', dijo, ``entonces aquí se acabó el viaje''. Abrió unos matorrales y ahí enfrente de mis narices apareció su casa. Esa era su manera de transmitir lo ininterpretativo. Ahí se me acabó el vicio del cigarro y el vino para siempre. El hacía esas cosas... como deshilacharme mis suéteres de Dinamarca y entregarme la bola de hilo. ¿Para qué?, para que interrumpiera mi sistema interpretativo, para dejarme en libertad, sin información y sintaxis. --¿Cómo es la vida de un brujo? --Si lo que haces no tiene influencia en tu vida, no sirve. Para un brujo es una aberración. No puedes ser erudito de 9:00 a 15:00 horas y ser un piojo en el resto del tiempo. Tienes que ser un guerrero impecable de tiempo completo. Después de saber lo que uno sabe, debes comportarte con impecabilidad. Don Juan decía que no se puede insistir en las cosas, salen de una manera natural, si insistes, ¡zas!, se acaba la magia.


--¿Qué piensa de esta ola de descontento hacia el new age (nueva era)? --De qué me preocupo, si a mi edad yo soy old age (vieja era). Brujería es ser viejo y joven; new age es estupidez. Yo no me puedo permitir lujos de egomanía. Don Juan me lo quitó. El me dijo: ``Tu ego es como un clavo, te va a doler un poquito, pero te lo voy a quitar''. Y... ¡pum!, me lo sacó. Le dije: ``gracias, me siento bien''. ``No te preocupes... tienes 13 clavos''. A veces yo le decía: ``Sáqueme otro clavo'', y él contestaba: ``no, hoy no''.


¿Dejó la antropología por el camino del nagual? --Dejé la antropología y todo lo que incumbe al mundo cotidiano, pero me dio algo inaudito: la lucha, la batalla... el objetivo está en el horizonte, no aquí. Deja de ser hombre, macho latino, deja las riendas. Tu madre te hizo creer que eras extraordinario, porque eres hombre de chile. Te enseñaron que las mujeres son para tu uso, como decía Aristóteles: las mujeres son hombres lisiados. El que muchas de las mujeres y Carol Tiggs sean mejores que yo, eso es revolución.


--¿Cuál era el propósito de don Juan al transmitir sus conocimientos? --Don Juan no era un maestro ni un gurú; él quería perpetuar su linaje. Y cayó sobre mí esa tremenda responsabilidad. Pero yo no soy como él, no lo puedo perpetuar. Más bien estoy aquí para cerrar el círculo del linaje... pero con una gran elegancia exquisita. Y con los pases mágicos de la tensegridad que son una fuerza aglutinante.


Nos enseñaron 41 líneas enteras de pases mágicos. Yo no tengo secretos, quiero causar conmoción cerebral para que se muevan a una revolución energética. Nada de old o new age (vieja o nueva era), religión ni nada... pero sí tenemos el interés de usar esos pases mágicos de miles de años; no se pueden quedar nada más con nosotros. Los amalgamamos, tenemos 15 años haciéndolo para ver si se puede hacer un aglomerado de campos energéticos todos juntos. Cerrar el linaje con una gran explosión, que ustedes me dejen tocarlos, revelar, transmitir los conocimientos.


En 1973, don Juan se transformó en luz, la serpiente emplumada. El y sus congéneres dieron una vuelta final. Llega un momento en que la tierra te dice: estás libre... ¡vete! ¡Una existencia tan enorme que esté consciente de un microbio como yo! (casi llorando) ¡Me descompone!.. como una madre amorosísima. --¿Cómo tratar a un egomaniático? --Don Juan decía: a la gente le puedes decir el peor de los insultos, pero si se lo dices en tono de adulación... quedan encantados. Para poder ser un guerrero, lo primero es desligarse del yo personal. Para qué andar con enojos; la batalla no está aquí, está en el horizonte.


--¿Se le puede robar a alguien su energía? --Nadie te roba energía, te la dispersan.


--¿En que partes del cuerpo se almacena la energía? --En la vesícula, vaso, páncreas, hígado y adrenales. El huevo luminoso que está alrededor de todo el cuerpo capta la energía y la encarga en estos órganos. Las mujeres tienen otro centro energético: el útero.


--¿Qué hay de la genética? --El comando genético ya no puede ser la reproducción; el comando genético ahora debe ser la evolución. El semen masculino está muy bajo; estamos a punto de extinguirnos y seguimos envueltos en imbecilidades.


--¿El diálogo interno es bueno o malo para un guerrero? --Siempre está a favor del yo. Hay que parar el diálogo a patadas, perder la importancia personal. ¿Cómo?, como puedas.


--¿Por qué es tan importante la secuencia de ejercicios de tensegridad que van a enseñar en este seminario? --Porque están diseñados especialmente para el valle de México.

domingo, 28 de julio de 2024

La impecabilidad 3ra Parte Carlos Castaneda Taisha Abelar Armando...

 

La Impecabilidad 3

Esta es la tercera parte de la recopilación de textos en libros de Casta neda, Thaish a y Armando, en donde se dan explicaciones y situaciones en las que se ilustra la impecabilidad de los imbolucrados.

Lo he dividido en 3 videos cortos, porque cada una de las explicaciones y situaciones están tan imbuidas de poder que no hace falta escuchar todas de un jalón para inspirarnos a la acción.

En el viaje a ixtlan se dice:


-¿Quién es un hombre de conocimiento, don Juan?
-Cualquier guerrero podría llegar a ser hombre de conocimiento. Como ya te dije, un guerrero es un cazador impecable que caza poder. Si logra cazar, puede ser un hombre de conocimiento.


-Un guerrero no es más que un hombre. Un hombre humilde. No puede cambiar los designios de su muerte.
Pero su espíritu impecable, que ha juntado poder tras penalidades enormes, puede ciertamente detener a su muerte un momento, un momento lo bastante largo para permitirle regocijarse por última vez en el recuerdo de su poder. Podemos decir que ése es un gesto que la muerte tiene con quienes poseen un espíritu impecable.


En, El secreto de la serpiente emplumada, cuenta:

La meta de los brujos es el engrandecimiento de la conciencia; por eso, ejercitan constantemente la atención. De manera deliberada, diseñan ejercicios para evitar la distracción, y así aumentan significativamente la capacidad para concentrarse.”
Me comentó que a él le había sido muy útil la escultura para cultivar la atención; de ese modo aprendió que, cuando se cancela el diálogo interno, uno da lo mejor de sí en lo que sea que se esté haciendo.
    • ¿Cómo se engrandece la conciencia? – le pregunté.
    • Cada uno va desarrollando su energía básica de diferente manera durante la vida. Conocedores de la importancia de cuidarla, los guerreros la ahorran y la acumulan a través de actos de impecabilidad.

En el libro, La telaraña universal, se dice:

El sentido de urgencia, nos lleva a nunca desperdiciar ni un solo minuto,–dijo él –a estar alerta todo el tiempo, pero eso, no implica desesperarse ni obsesionarse por nada. Más bien, el sentido de urgencia es como una presión, que obliga a uno a proceder impecablemente una y otra vez, haciendo así, una cadena de momentos impecables.
De hecho, el guerrero rodea su vida de impecabilidad, haciendo de ella, una obra de arte. “No importa si uno está trabajando, descansando o desempeñando cualquier otra actividad, lo importante es hacer lo que sea, con plena conciencia de si mismo, de cada detalle. Una buena manera para alcanzar ése estado, es estar consciente que, “lo que importa, no es cuanto, o que tan rápido haces las cosas, sino, qué tan bien las haces.”

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“Si el ego no puede lidiar con asuntos mundanos, es seguro que no podrá confrontar al aterrador desconocido que nos aguarda.” Por eso, lo único que realmente cuenta en la vida del guerrero, es la impecabilidad, y nada mejor que estar constantemente bajo amenaza de muerte para lograrla.

Taisha abelar en su último libro, “textos ineditos”, comenta:

—¿Cómo sabré si estoy actuando desde el espíritu o por mí misma?
— pregunté dándome un fuerte apretón en los omóplatos.

Nélida me dio una mirada desapasionada. —Mientras continúas actuando impecablemente, acumulas poder personal para que finalmente el espíritu y tu ser se vuelvan uno. Entonces todos tus actos son el reflejo del intento del espíritu.

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En, El conocimiento silencioso, se cuenta esta situación:

Un día le pregunté, sin más ni más y en tono, muy cínico, ¿qué sacaba él de nuestra asociación?. Dije que no había podido adivinarlo.
—Nada que tú puedas comprender —respondió.
Su respuesta me enojó. Le dije, belicoso, que yo no era estúpido y que por lo menos él podía hacer el esfuerzo de explicármelo.
—Bueno, déjame decirte tan sólo que, aunque podrías comprenderlo, lo seguro es que no te va a gustar —replicó, con esa sonrisa que siempre tenía cuando me estaba tendiendo una trampa—. Verás, la verdad es que quiero ahorrarte eso.
Mordí el anzuelo. Insistí en que me lo dijera.
—¿Estás seguro de que quieres saber la verdad? —me preguntó, a sabiendas que yo jamás diría que no.
—Por supuesto que quiero saber qué es lo que usted se trae —contesté, en tono cortante.
Se echó a reír como si se tratara de un chiste; cuanto más reía, mayor era mi enfado.
—No le veo nada de divertido a todo esto —dije.
—A veces, es mejor no entrometerse con la verdad —dijo—. La verdad, en este caso, es como un bloque de piedra al pie de un gran montón de cosas; digamos una piedra angular. Si la sacamos, tal vez no nos gusten los resultados. A lo mejor, el gran montón de cosas se viene abajo. Yo prefiero evitar eso.

Volvió a reír. Sus ojos, brillando de picardía, parecían invitarme a seguir con el tema. Y yo insistí en saber.
Traté de mostrarme sereno, pero persistente.
—Bueno, si eso es lo que quieres —dijo, con el aire de quien se ha dejado persuadir—. Primeramente, me gustaría decir que todo cuanto hago por ti es gratis. No tienes que pagar nada. Como tú bien lo sabes, he sido impecable contigo. Y mi impecabilidad contigo no es una inversión. No lo hago por interés. No te estoy preparando para que me cuides cuando esté demasiado viejo, puedo cuidarme solo. Pero sí saco de nuestra relación algo de incalculable valor: una especie de recompensa por tratar impecablemente con esa piedra angular que he mencionado. Y lo que saco es justamente lo que quizá tú no vas a comprender o no te va a gustar.
Paró de hablar y me miró con fijeza, jugando con el malévolo destello de sus ojos.
—¡Dígamelo de una vez, don Juan! —exclamé, irritado por sus tácticas dilatorias.
—Quiero que tengas bien en cuenta que te lo digo debido a tu insistencia —dijo sonriendo.
Volvió a hacer otra larga pausa. Para entonces yo estaba echando humo.
—Si me juzgas por mi modo de ser contigo —continuó—, tendrás que admitir que he sido un dechado de paciencia y consistencia. Pero lo que tú no sabes es que, para lograr eso, he tenido que luchar como nunca he luchado en mi vida. A fin de estar contigo, he tenido que transformarme diariamente, conteniéndome a base de penosísimos esfuerzos.
Don Juan tuvo razón. No me gustó lo que decía. No quise quedar mal y traté de bromear.
—¿A poco va a usted a decir que soy inaguantable? —dije y mi voz me sonó asombrosamente forzada.
—Claro que eres inaguantable —dijo él, con expresión seria—. Eres mezquino, caprichoso, porfiado, dominante y vanidoso. Eres malgeniado, tedioso y desagradecido; tienes una inagotable capacidad para los vicios. Y lo peor: tienes una idea muy exaltada de ti mismo, sin nada con qué respaldarla. Podría decir, con toda sinceridad, que tu sola presencia me da ganas de vomitar.
Quise enojarme. Quise protestar, quejarme de que él no tenía derecho a hablarme de ese modo. Pero no pude pronunciar una sola palabra. Estaba destrozado. Me sentí aturdido.
Mi expresión debió ser muy notable, pues don Juan estalló en tal carcajada que pareció estar a punto de ahogarse.
—Te advertí que ni te iba a gustar ni lo ibas a entender —dijo—. Las razones del guerrero son muy simples, pero de extremada finura. Rara vez tiene el guerrero la oportunidad de ser genuinamente impecable pese a sus sentimientos básicos. Tú me has dado tal inigualable oportunidad. El acto de dar, libre e impecablemente, me rejuvenece, renueva en mí la idea de lo maravilloso. Lo que obtengo de nuestra relación es en verdad algo de tan incalculable valor para mí que estoy irremediablemente endeudado contigo.